En general, la noche del 7 de Octubre fue bastante extraña. Había una tensión en el ambiente que se podía empujar con las manos. Todos, gobierneros y opositores sabíamos que nos jugábamos algo muy importante. Sin embargo, el enfoque y lo crítico de la situación era muy distinto en ambos casos.
El candidato presidente abogaba por “La paz planetaria” y “El equilibrio universal”, mientras que su principal contendor abogaba por “Educación, seguridad, empleo, salud, trabajo, unidad y reconciliación”.
Los venezolanos, unos a fuerza fe, votamos por el cambio, por la restitución de la justicia, por la búsqueda de la igualdad (que no se da sólo por decir los venezolanos y las venezolanas); otros, a fuerza de resentimientos, oportunismo, miedo o simple conformismo votaron por mantener un esquema que aunque no les da demasiado a ellos, les quita bastante a los otros.
Así que hay diversas posiciones respecto a ese día. Los que lloraron, los que gritaron de rabia (y en algunos casos aún lo hacen) y los que celebraron.
Para los que celebraron
Su candidato “ganó”. Sí, entre comillas.
La situación general del país es deplorable. El hampa reina en todo el territorio nacional. La anarquía es la orden del día. Y las arcas, cada vez más vacías, el aparato productivo completamente atrofiado y PDVSA - la gallina de los huevos de oro - agonizando, no auguran un futuro venturoso para la economía del país.
Sí, ganaron.
Cuando tú, que votaste por la reelección, o alguno de tus familiares o amigos sean víctimas del hampa, ¡CELEBRA TU VICTORIA!
Cuando una muerte empañe el ánimo de tu hogar porque un enfrentamiento, un ajuste de cuentas, un par de zapatos o un celular, o acaso un ruleteo sin final a través de múltiples hospitales cobre la vida de un ser querido: ¡CELEBRA QUE SE SALVÓ LA PATRIA!
Cuando se te vaya la luz en la mejor parte del programa que estabas viendo: ¡CELEBRA!
Cuando no consigas la marca de comida que quieres o el remedio que necesitan en casa o los repuestos de tu vehículo (moto, carro, camioneta, transportista): ¡CELEBRA!
Cuando los bajones de luz te dañen los electrodomésticos: ¡CELEBRA!
Cuando gires la llave y no salga agua… No protestes. ¡CELEBRA!
Cuando no te alcance el dinero para la comida, el médico, los remedios o cualquier otra cosa: ¡CELEBRA!
Sí… “Ganaron”.
Eso sí, según el mismísimo Diosdado Cabello, si no te gusta la inseguridad, te puedes ir del país cuando quieras… Aunque hayas ganado.
Para los que gritaron
Perder, bajo cualquier circunstancia es difícil. Pronósticos, estadísticas, encuestas pre-elecciones y encuestas a boca de urna daban victorioso a Capriles, pero al final eran sólo eso… numeritos sin valor electoral.
Perdimos, por ventajismo, por desigualdad de oportunidades, por trampa, por negociación… Por lo que sea. Perdimos. Pero ganamos.
No es hora de tirar la toalla. No es hora de sentirnos derrotados. No es hora de vociferar insultos a nuestro candidato. Mucho menos es hora de decir: “Capriles nos falló”. Desde cualquier punto de vista, ganamos. Más adelante explico por qué.
Si tu espíritu demócrata llega hasta el primer obstáculo, o hasta el segundo, o hasta el tercero… Entonces realmente no lo posees. El espíritu de lucha no termina, no se agota. Rara vez la libertad se ha logrado a través de un camino corto. Y suele ser más largo cuando el uso de la violencia para obtenerla, la libertad, no es una opción.
Yo voté, votaré y seguiré votando cada vez que sea necesario para reiterar mis deseos de libertad plena en este país. No me importa el ventajismo, no me importa lo que tome. Mi voto no es negociable. Siempre será para la libertad. Y el tuyo. debería serlo.
Para los que lloraron
El mundo no se ha acabado. Claro que queríamos un cambio ya, pero si el país no está preparado para eso, no podemos avanzar. Sólo la mitad del país no puede levantar al resto. Necesitamos que la gran mayoría esté plenamente convencida de que el cambio es necesario y, al parecer, eso sólo es posible si el país termina de sumirse en un profundo hueco económico que no tenga otra salida aparte de un cambio radical de gobierno. Sigan leyendo y entenderán por qué digo esto.
¿Por qué ganamos?
El país, para sobrevivir va a requerir que en los próximos meses se realicen ajustes económicos muy fuertes. Desde la óptica del ciudadano común eso va a significar que el gobierno lo está haciendo muy mal, tanto que es posible que se aproxime un nuevo Caracazo. Uno de los posibles ajustes es la subida de la gasolina, y eso en este país nunca es bien recibido.
Los próximos meses van a representar un reto muy difícil de afrontar por parte de cualquier gobierno. Se vislumbran, entre otras cosas, una devaluación del bolívar que ha demostrado no tener más nada de fuerte aparte del nombre. Cómo ya dije antes, un aumento en el precio de la gasolina, que ahora cuesta mucho más debido a que la estamos importando.
El estado crítico de las prisiones, la criminalidad desbordada y la anarquía desatada van a ser problemas que, en manos de este gobierno, van a empeorar conforme pase el tiempo y no se tengan políticas serias para enfrentarlos. Eso sólo llevará a más anarquía, más impunidad e inseguridad y más historias sobre pranes haciendo las funciones de directores de las prisiones que deberían representar un castigo para ellos y no un premio.
Todo lo anterior sólo significa que cualquier esfuerzo real hecho por parte del gobierno, será percibido como un aumento en el costo de la vida, más allá de lo que ya hemos vivido. El tiempo en este nuevo período de gobierno está mucho más en contra del presidente que en los anteriores. Y cómo dicen por ahí. Amor con hambre no dura.
De haber ganado Capriles, su popularidad se hubiera ido a pique en el corto plazo debido a las medidas urgentes que hay que tomar. Sin mencionar que los gobierneros se enfocaron en terminar de desfalcar lo que restaba de nuestros recursos debido a la inminente victoria de Capriles. Debido a esto, parece una jugada maestra el cambio de vencedor a última hora, puesto que si las cosas ya estaban color de hormiga, ahora estarán negras como la noche más oscura.
La salud del vencedor sigue en tela de juicio y ya veremos si aguanta el embate de este enfrentamiento contra la corrupción desmedida que él mismo ha propiciado durante los últimos 14 años.
El 7 de octubre perdimos, ¡pero ganamos!